Me doy
cuenta una vez más que a pesar de tanto libro y disque tanta cordura y
experiencia, estoy neta bien pendeja. Qué fácil es dejarme influenciar, y me da
risa cuando algunas personas me llaman terca, contreras negativa y yo no veo la
trampa y efectivamente me considero terca, contreras y negativa. Mi defensa a
veces es que en vez de considerarme de tal o cuál manera a lo mejor alguien
debería preguntarse por qué actúo de tal o cuál manera… pero me dicen que eso
es justificarse y sacarle la vuelta a cómo es uno etc., total puras acusaciones
por todos lados y yo ahí voy de pendeja a engancharme y sentirme terrible con
lo terrible y monstruosa persona que soy.
Total
llego después bien deprimida con mi terapeuta a decirle que siento un tedio
intenso hacia mi persona, hacia los demás y la vida en general. No tengo ganas de ver a nadie, no tengo
ganas de saber nada de nadie y estoy eternamente deseando emociones intensas,
vivir otra vida que no es esta, lo que sea; salir de tanta aburrición. Más
o menos así… me da risa que ni esos sentimientos o ideas son “sólo míos”.
Bovary así estaba y mil adolescentes todos los días y mil gente frustrada todos
los días y todo el mundo todos los días. Total. Bueno en algún punto de la
sesión me acuerdo de cómo es tan fácil culpar a los demás y ver lo que está mal
en otros, para así poder ser ciegos a nosotros mismos. No sólo eso, la gran
mayoría de las veces todas las faltas en los demás son en realidad reflejo de
nosotros mismos.
-Tú eres
negativa. Tú haces las cosas mal. Tú eres vulgar. Tú te desnudas y dejan que te
vean y está mal.
-Espera,
¿yo? Y si así fuera, quién dice que está mal, por qué alguien más cree poder
decirme lo que está mal.
Uno
siempre se imagina que trascender es un fin. La verdad es que es un camino. Yo
pensaba que trascender era entrar en un estado de claridad donde las cosas ya
no dolían y uno no podía evitar sentir cierta grandeza en comparación con los
demás. Ahora me doy cuenta que haber pensado así solo habla de qué tan lejos
estaba de ese “fin” que en realidad no es fin. En estos momentos siento la
oportunidad de trascender o “despertar” como un trapeador gigante. Algo así
como Ten, este trapeador tiene grabado en
oro tu nombre. Es para ti, para que tú trabajes y limpies las chingadas cosas
de la chingada vida. Hablando de ser una persona negativa… a mi terapeuta
le dio risa mi visión momentánea del despertar como un trapeador. Él lo ve como
un par de botas chingonas, para recorrer mil caminos y comprender mil cosas, en
sus palabras Las botas hechas a tu
medida, de nadie más. La botas perfectas para ti.
Esas
botas ahorita me calan muy pesadas pero yo sé que sólo porque yo quiero, porque
es más fácil decir que la vida me aburre y que no hay nada interesante que
sacar de nada que ponerme a pensar ¿por qué me aburro? ¿qué me falta? ¿qué
quiero realmente, para qué, por qué? y si uno lleva un rato (o la vida entera)
sacándole la vuelta a ese tipo de cuestionamientos, cuando de verdad te pones a
buscar respuestas puede ser muy molesto o incluso hasta doloroso porque te das cuenta
que las respuestas o soluciones en casi la totalidad de las veces depende enteramente
de uno mismo. Nadie más que tú mismo tiene la culpa. La solución está
enteramente en tus manos. La forma de percibir las cosas depende enteramente de
ti por tanto cambiar la percepción de algo también depende de ti.
Lo difícil
de toda esa autorrealización y demás pendejadas es que como te desnuda de
excusas para que todos menos uno mismo tenga la culpa de las cosas… hacer cualquier
tipo de cambio no es tarea de nadie más que de uno y al menos yo, aunque ya SÉ
todo eso, dirigir mi raciocinio a la ACCIÓN, me resulta bien pinche difícil y mientras
sólo me revuelco en decepción, rencor, enojo, frustración, tedio hacia los demás
y en un molesto -porque no es suficientemente grande como para de verdad
anestesiarme del todo, maldición- autoengaño.
Qué
terrible darse cuenta que la tan venerada razón del ser humano es en realidad
el recurso MENOS utilizado del ser humano. Chingado.
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